sábado, 20 de agosto de 2011

LAS EX PAREJAS


Quiérase o no, a medida que pasan los años vamos acumulando amores incompletos y fantasmas de navidades pasadas. Personas que, con mayor o menor conciencia, o con mayor o menor intensidad, influyeron en lo que uno es o hace en la actualidad.
¿Cómo olvidar a quien te entregó esa primera vez, en lo que sea? ¿Cómo olvidar a quien te enseñó hábitos que aún practicas, como escuchar cierta música, reciclar o dar de comer a los animales? ¿Cómo no recordar a quien te enseñó a compartir las buenas y también las malas, o te demostró que podías hablar con nombres de pastel? Y ni hablar de aquella persona con la que tuviste esa complicidad jamás replicada.

Algunos recuerdos duelen, otros generan sonrisas y de otros nos escapamos. Pero no cabe duda que somos en parte herencia de esos futuros que finalmente no fueron.
La gran pregunta es qué diablos habrán aprendido esas personas de uno. En mi caso, probablemente nada bueno.

viernes, 19 de agosto de 2011

ZOMBIES EN LA MONEDA

Aburrido de pasarme la vida leyendo sobre reyes malditos, desalojos, kamasutras y conspiraciones, me dirigí raudo (bueno, ni tanto) a la librería más cercana a mi pega (realmente, iba en búsqueda de la señora de las sopaipillas, pero ese día no la encontré) y me zambullí en los pasillos y estantes buscando algo novedoso y motivante. Ni que me hubiera conectado a Twitter. La cantidad de tuiteros con obras publicadas superaba por lejos a los de mi timeline. Ahí estaban los que sigo por ser notables y los que no sigo, por creer que son notables. Pero (quizás con el antojo de comer esas ricas sopaipillas con pebre que sólo Dios sabe dónde se habían ido), no encontraba nada interesante. Hasta que debajo de una plataforma redonda de exhibición (que parecía sopaipilla), lo vi.

En la portada estaba el Presidente (el mismo que la mayoría votó y al que ahora le dan la espalda), con el rostro descascarado, acompañado de su ministro preferido y una cabeza calavérica de su hermano “cantante”. “Zombies en la Moneda”, gritaba el título de esta obra gráfica en blanco y negro, elaborada por una serie de creativos que ya olvidé. Ni el título ni la portada llamaron tanto mi atención, como el desafío de descubrir qué tan cercano o alejado de la realidad podría estar el relato. ¿Los zombies eran los políticos de derecha? ¿O los de izquierda? ¿Por qué al ojear el libro aparecían figuras de la farándula como zombies? ¿La silicona también se vuelve zombie?

Después de hacer el esfuerzo de comprar el famoso libro (y renunciar a semanas de sopaipillas), me lo fui devorando página por página (sin pebre). Fantasmas de presidencias pasadas desfilaban junto a candidatos eternos y múltiples políticos chantas (disculpen la redundancia). Hasta que después de unas horas, terminé la última página. Los zombies eran los ciudadanos.

No entendí nada.

¿Qué problemática quería representar el grupo de personas comunes y corrientes que, como zombies, comenzó a atacar a los políticos, como si éstos hubieran por años hecho un daño al país? Todo un misterio por resolver (como el de la sopaipillera perdida).

lunes, 15 de agosto de 2011

ESTAR SOLO

Algo que siempre está ahí, algo que no es mentira ni verdad. A todos en algún momento nos ha tocado estar solos. Unos por opción, otros por obligación, pero siempre debiendo asumir la primera tarea de todas: acostumbrarse a convivir con uno mismo.

Generalmente, la primera época es dura, incómoda, ansiosa. Hasta llegar a una planicie que permite disfrutar los momentos de silencio, de amplio espacio y de independencia.
Pero hay un tremendo riesgo: Acostumbrarse a estar solo. No querer levantar el trasero y conocer nuevos compañeros de viaje, porque se está demasiado cómodo en soledad.

Este acostumbramiento, incluso, nos puede hacer menos propensos a compartir y a pedir ayuda.
‘Hay algo malo dentro de mí, una especie de programa con error’, dicen aquellos que llevan mucho tiempo solos. Pero no es eso. Es que quizás el acostumbramiento (y tener una buena conexión a Internet) nos aísla aún más.

¿La solución? Darse cuenta que hay gente que vale la pena. Personas que te sacan del inmovilismo, porque te pueden hacer más completo de lo que eres en solitario.

El desafío: Abrirse a esa posibilidad.

En cuanto a mí, estoy bien, me siento bien, pero es este un planeta muy inmenso como para estar solo.

jueves, 11 de agosto de 2011

EL OVNIOLEGO

Es obvio, aunque no de perogrullo. Existe una inmensa mayoría silenciosa de seres “comunes” que no somos letrados en materia de ufología.

Sin embargo, somos los integrantes de este Tercer Estado quienes nos maravillamos y decepcionamos a diario con la serie de informaciones, apariciones, abducciones y aberraciones que en el área “extraterrestre” emerge desde hace años.

En lo personal, después de casi 3 décadas como receptor, parece muy poco lo que se puede sacar en limpio.

Las fantásticas historias de supuestos ET, nunca existieron. Eran globos sonda, cometas, meteoritos, satélites, aviones, centrales eléctricas, auroras, reflejos en vidrio, estrés, drogas, trucos, juguetes, mentiras.

Pura mala intención. O ignorancia. O necesidad de trascendencia.

Durante mis años, he oído a varios “expertos” –nacionales y extranjeros- en estos temas. Y, desde mi punto de vista no letrado, he logrado distinguir dos tendencias claras:

- Una que cuenta con pleno acceso a todos los medios de comunicación, TV incluida por supuesto. Lo saben todo, lo creen todo e intentan convencernos de ello. Ofrecen imágenes, fotos, “pruebas”. Si bien nunca estuvieron en el lugar de los hechos, una fuente secreta les ha confirmado todo. Algunos escriben libros famosos y se sienten un poco profetas. Cuentan con un gran número de seguidores y son amados por todos nosotros, por poner en riesgo su integridad y vida para acercarnos a la Verdad.

- Una más anónima, oscura, fuera de lugar. Que se manifiesta principalmente en pasquines, revistas de números limitados, redes virtuales y, a veces, radio. No, no frecuentan la TV; no quiero asegurar que no la conocen. Son impopulares, poco masivos. ¿Cómo se les ocurre poner en jaque casi la totalidad de nuestros emblemáticos encuentros con seres extraterrestres? ¿Cómo se atreven a desmentir y desmitificar a nuestros maestros en ufología? Estos singulares seres se multiplican poco a poco, lo cual para algunos resulta muy peligroso.

En verdad, ignoro si existen otras tendencias, grupos o denominaciones. Pero lo que sí sé es que, después de creer tanto en las historias relatadas por los gurúes de la primera corriente, con el tiempo he sido atrapado por las sabias redes del escepticismo.

Todo lo demás es simplemente una acumulación de árboles mitológicos que no dejan ver ni bosques ni cielos, ni tierra.

Desconozco si los ET existen o no, o de dónde provendrían, o si algún gobierno oculta o no información. Sólo puedo asegurar, como insignificante lego, que por culpa de los grandes lucradores de la ingenuidad humana, si existe algo de verdad en todo lo especulado en torno al llamado Fenómeno OVNI, tal como un ya ancestral cuento del lobo, difícilmente le daremos crédito.

Por eso, señores ufólogos, este humilde ovniólego les pide: Dejen de creer y prejuzgar, descarten todo lo explicable, no dogmaticen lo inexplicable, agoten las búsquedas, y no jueguen con la gente. Si necesitan dinero, mejor trabajen. Gracias.

domingo, 7 de agosto de 2011

LA PELÍCULA DE TWITTER

Más temprano que tarde, un creativo guionista convencerá a un director -que le debe un favor- para filmar una película sobre cómo surgió Twitter y cómo ha influido, o no, en el mundo moderno. Si este fuera el argumento, el filme podría ser tan predecible y plano, que me permito hacer la sugerencia de centrarlo en las historias de los tuiteros. Y es que quien lleve un tiempo moderado en esta red social ya ha conocido, al menos, una o dos teleseries que se ocultan tras los tuits.

Como la del tuitero simpático que en la vida real es un tipo serio y aburrido, o la de la mujer fatal que escribe vestida con un nada sexy pijama, porque no tiene con quien salir los fines de semana. Y cómo no referir la historia de un desconocido que gracias a su talento en Twitter se hizo nacionalmente famoso y logró obtener ganancias por divertirse.

Pero hay más, mucho más. Como la historia de las amigas que luego son enemigas y pelean en pantalla. Como la del troll que habla pestes contra un pseudo influyente, hasta que al final logra hacerse su ‘amigo’. Como la del tuitero que acusa a otro de haber cometido algún delito en webcam. Y no puede faltar la historia del tuitero que usa la red social para hacer citas y cuenta la cantidad de mujeres con las que, gracias a ciertas promesas, logra acostarse (hasta que entre ellas se contactan y…).

En fin, el subtexto en Twitter es brutal, tal como debiera ser el guión de la futura película, siempre y cuando lo genios cinematográficos logren percibir al menos una fracción de lo que tantos hemos conocido.

Nota aparte son las historias de tuiteros con no tuiteros. Como la del esposo que debe escribir a escondidas de su cónyuge, o en ciertos horarios, para que no peligre su matrimonio. Como la del tuitero que se enamora tarde de una  chica no tecnológica, porque la conoció embarazada. Como la de los lectores sin Twitter que leen una columna sobre Twitter, sin saber muy bien qué es Twitter.